10 de mayo de 2010

A un mes sin Coca-Cola

No másComo cualquier mexicano promedio, gozo de una mala dieta propiciada por mi pereza para hacerme la comida y mi propia mala costumbre de no comer algunos alimentos por ser quisquilloso. A esto le debo sumar mi adicción a la coca-cola que me obligaba a desayunar, comer y cenar con ella a tal grado, que me sorprende no cargar con mínimo algún principio de diabetes. De un día para otro decidí dejar de consumirla. Lejos de los posibles daños a largo plazo que el consumo de coca-cola podría causar a mis pobres riñones, hígado y páncreas, he decidido dejar de consumirla porque se está volviendo muy pinche caro.

Caro en el sentido que resulta insostenible que le estén aumentando un peso cada cierto tiempo a su antojo. También porque quería dejar de engrosar las filas de aquellos héroes que logran que México esté en los primeros lugares de la tabla en la que reconocen a los mayores consumidores de tan sabroso liquido en todo el mundo (al menos somos de los mejores en algo). Por ello decidí dar el  gran paso y superarlo. No solo de la Coca-Cola, también de todas las aguas carbonatadas del mercado.

El despegarse no ha sido muy difícil, de hecho resulta ridículamente fácil, simplemente no la compras y ya. Eso es todo, ni terapias ni parches de coca son necesarios, el único obstáculo que me topé luego luego fue: ¿Y ahora qué bebo?

LiquidoAños de dependencia a la coca-cola forjaron una poderosa unión casi simbiótica en la que calmaba mi sed rápidamente con poco dinero, pero ahora sin esa posibilidad cerca, mis opciones se reducían.
¿Agua simple? ¡Guácala! dirán lo que sea del agua en estado puro, pero a mi me sabe a rayos, hasta el hambre se me quita con unos sorbos. ¿Endulzada con sobrecitos del tipo zuko o koolaid? no les tengo mucha confianza, algunos me saben a refrescos tibios sin gas y muchos otros no saben a las frutas que dicen ser.

Mi salida práctica han sido las frutas. Gracias a que mi lugar de residencia está estratégicamente bien ubicado, las fruterías abundan como hongos en el piso de un balneario.

Descontando los sabores de frutas que no me gustan como el melón, kiwi, toronja y durazno (por mencionar algunos); queda una buena variedad para hacer agua aunque es cuando me topo con otro gran problema: el sabor no dura tanto tiempo, es más, con estos calorones a los que nos tiene acostumbrados abril y mayo, es frecuente que el agua sepa fea pasadas solo unas horas. Incluso refrigerada, para la noche un agua de naranja sabrá a naranjas pasadas `~´. 

-Bueno hombre- pensé –estamos empezando-. Con eso en mente busqué surtirme de jugos en los supers locales para evitar situaciones como la anterior descrita, usándolos meramente como reserva en casos de emergencia.

Surtido
Ya puestos en materia, una de las posibles explicaciones del por qué el mexicano prefiere consumir coca-cola a cualquier otro producto es sencilla, resulta más barato. Vamos, por 21 pesos te surten de 3 litros de potaje negro edulcorado carbonatado mientras que por 17 solo un litro de jugo de algo que parece mango. Aún si nos vamos por lo natural, el litro de jugo de naranja sale de 10 a 12 pesos, que si lo pensamos bien resulta barato pues hay que meterle mano de obra para exprimir muchas naranjas y conseguir un mísero litro.

Algo que me molestó fue que no todos los supers manejaran los mismos precios, mientras que en el OXXO los Jumex andaban a $17 por litro, las Farmacias del Ahorro (ajá) te los revientan a $21.50, un robo a mano armada hombre.

El Tampico ni a naranja sabe y el Beberé no anda muy lejos de él. Las marcas genéricas saben a madres. El Boing es el que salió vencedor en relación calidad y precio pues en cualquier lado te lo dan al mismo precio (excepto en las del ahorro ò_ó) y no sabe mal, lo único que me puede es que solo me gusta el de sabor a mango, precisamente el que se acaba primero. El del valle con su precio de 11 pesos por litro es con el que me he mantenido a flote (y siempre surten de mango).

Siento que bebo más aunque tal vez sea debido al calor por eso se me hace difícil establecer diferencias con respecto a mantener mi vida en base a la coca. Apenas a pasado un mes y como lo mencioné al principio, ha sido fácil dejar de consumirla, la cuestión es encontrarle un remplazo económico y ¿por qué no? Saludable.
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4 de mayo de 2010

Esa fastidies llamada DRM



Las grandes industrias del entretenimiento están sumidas en una paranoia debido a las aparentes perdidas monetarias que han ido teniendo en los últimos años. El DRM es su carta del triunfo para palear las perdidas que las copias generadas por sus usuarios les generan.

¿No sabes qué es el DRM (Digital Rights Management)? Es la herramienta usada por las compañías audiovisuales para proteger su material. Están en todas partes, en los discos, en los MP3 y en los programas propietarios (Windows, office, etc) que para lo único que se usa es para limitar la capacidad del consumidor para copiar “ilegalmente” el contenido del disco y usarlo en otra computadora sin haber pagado antes la llamada licencia para usarlo. Aunque sea perfectamente legal reservarte una para ti.

Sí, puedes hacerle las copias que quieras, incluso compartirlas con tus amigos. Pero en donde está la propiedad privada está la lamentable propiedad intelectual y el uso de licencias, que no es algo así como "Lo compraste pero no es tuyo".

Actualmente nosotros ya no somos dueños de aquel mp3, software o película que compramos, nosotros solo adquirimos la licencia para usarlo que no es otra cosa que las reglas a las que atenerte para hacer uso del producto que ya compraste. Es como aquel mensaje que vienen en los libros de “Se prohíbe su reproducción… bla, bla” que en resumida cuenta es una petición para no fotocopiarlo ni escanearlo pues no hay una forma de hacerte firmar nada para comprometerte a que no lo vas a hacer, contrario a lo que pasa con los programas de computadora que te revientan un enorme bloque de texto al que le tienes que dar “sí, acepto” sin siquiera haberlo leído pues es paso forzoso para poder usarlo.

Todo esto es una forma de limitar la capacidad de hacer lo que le de la gana al consumidor con su producto y sacarle más tajadas a un pastel que ya está rancio y que no cambia de sabor desde hace mucho tiempo, pero para colmo, lejos de corregir el problema resulta contraproducente por ser un incordio para el comprador legal, porque vamos, si bajas el archivo de la fuente no oficial, lo normal es que instales siguiendo unas sencillas instrucciones y voalá, disfrutamos. Lo mismo pasa con las peliculas y los mp3, caso especial con ellos pues, con DRM, nos jodemos pues no pueden ser usados en otro reproductor mientras que aquella discografía que bajaste por torrent sí.

Me parece que en plena revolución, las empresas del siglo pasado no saben que hacer. No tienen la visión suficiente para ver una oportunidad donde solo ven a delincuentes, porque sabes, el DRM es un escupitajo de su parte para recordarte que eres un delincuente, envenenas gatitos y niños de África se quedan sin comer por tu culpa piratota :D.