12 de septiembre de 2018

La guerra eterna: Gundam Wing


Hablar de Gundam Wing me trae sentimientos encontrados. Por un lado es la primera serie Gundam que vi y quizá sea la más popular en toda América Latina simplemente porque fue la única que Cartoon Network quiso traer pese a que había opciones más sencillas de digerir; por otro lado, me parece la serie más pretenciosa de toda la parrilla de la difunta toonami si uno la compara con otras series como la del super samurai pacifista invencible o el mini-drama adolecente con el niño-perro-demonio que no podía superar a su ex-novia no-muerta.

Gundam Wing tenía todo lo que podría ser atractivo para cualquier joven: Robots gigantes con láseres y ambientes futuristas espaciales aunque fallaba en todo lo demás. Los personajes eran sosos como piedras, la protagonista femenina le fallaba algo en la cabeza y por momentos, parece que decidían dar un giro argumental de 180° porque no imaginaban como cerrar la historia como iba. Jamás entendí bien de que iba todo ese rollo de pacifistas absolutistas y aunque sabías quienes eran los protagonistas, en serio costaba mucho trabajo decir cuál era su objetivo final o contra qué peleaban.

Gracias a mi interés en las series Gundam, decidí darle otra oportunidad ahora que no tengo solo 12 años y ya llevo algo de kilometraje en esto de comprender los retorcidos sub-temas de las series anime.