Caro en el sentido que resulta insostenible que le estén aumentando un peso cada cierto tiempo a su antojo. También porque quería dejar de engrosar las filas de aquellos héroes que logran que México esté en los primeros lugares de la tabla en la que reconocen a los mayores consumidores de tan sabroso liquido en todo el mundo (al menos somos de los mejores en algo). Por ello decidí dar el gran paso y superarlo. No solo de la Coca-Cola, también de todas las aguas carbonatadas del mercado.
El despegarse no ha sido muy difícil, de hecho resulta ridículamente fácil, simplemente no la compras y ya. Eso es todo, ni terapias ni parches de coca son necesarios, el único obstáculo que me topé luego luego fue: ¿Y ahora qué bebo?
¿Agua simple? ¡Guácala! dirán lo que sea del agua en estado puro, pero a mi me sabe a rayos, hasta el hambre se me quita con unos sorbos. ¿Endulzada con sobrecitos del tipo zuko o koolaid? no les tengo mucha confianza, algunos me saben a refrescos tibios sin gas y muchos otros no saben a las frutas que dicen ser.
Mi salida práctica han sido las frutas. Gracias a que mi lugar de residencia está estratégicamente bien ubicado, las fruterías abundan como hongos en el piso de un balneario.
Descontando los sabores de frutas que no me gustan como el melón, kiwi, toronja y durazno (por mencionar algunos); queda una buena variedad para hacer agua aunque es cuando me topo con otro gran problema: el sabor no dura tanto tiempo, es más, con estos calorones a los que nos tiene acostumbrados abril y mayo, es frecuente que el agua sepa fea pasadas solo unas horas. Incluso refrigerada, para la noche un agua de naranja sabrá a naranjas pasadas `~´.
-Bueno hombre- pensé –estamos empezando-. Con eso en mente busqué surtirme de jugos en los supers locales para evitar situaciones como la anterior descrita, usándolos meramente como reserva en casos de emergencia.
Ya puestos en materia, una de las posibles explicaciones del por qué el mexicano prefiere consumir coca-cola a cualquier otro producto es sencilla, resulta más barato. Vamos, por 21 pesos te surten de 3 litros de potaje negro edulcorado carbonatado mientras que por 17 solo un litro de jugo de algo que parece mango. Aún si nos vamos por lo natural, el litro de jugo de naranja sale de 10 a 12 pesos, que si lo pensamos bien resulta barato pues hay que meterle mano de obra para exprimir muchas naranjas y conseguir un mísero litro.
Algo que me molestó fue que no todos los supers manejaran los mismos precios, mientras que en el OXXO los Jumex andaban a $17 por litro, las Farmacias del Ahorro (ajá) te los revientan a $21.50, un robo a mano armada hombre.
El Tampico ni a naranja sabe y el Beberé no anda muy lejos de él. Las marcas genéricas saben a madres. El Boing es el que salió vencedor en relación calidad y precio pues en cualquier lado te lo dan al mismo precio (excepto en las del ahorro ò_ó) y no sabe mal, lo único que me puede es que solo me gusta el de sabor a mango, precisamente el que se acaba primero. El del valle con su precio de 11 pesos por litro es con el que me he mantenido a flote (y siempre surten de mango).
Siento que bebo más aunque tal vez sea debido al calor por eso se me hace difícil establecer diferencias con respecto a mantener mi vida en base a la coca. Apenas a pasado un mes y como lo mencioné al principio, ha sido fácil dejar de consumirla, la cuestión es encontrarle un remplazo económico y ¿por qué no? Saludable.
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